31 de marzo de 2017

FAVORITO






… y entonces, cuando parecía que el mundo a detenerse marchaba, contestó el teléfono.
Era ella.
Era ella como siempre adulzada en su voz mariposa y esas frases que enhebra con entredós y cairel. Y lo que desliza llega como si la travesía que atravesé no nos hubiese separado, y yo perseverara sus regazos tal como solía cuando me dejaban por períodos indeterminados a su cuidado.
Y me cuidaba.
Cuentos, antes de la noche y en la noche misma si la oscuridad (me) urgía; mano en sus manos si la fiebre y el doctor jarabeaba. Me bañó con palangana y cuando el colegió me atormentó me arrebujó en tanto ella tarareaba esas canciones de mi infancia sin amigos de la infancia.
Yo era su nieto favorito, decía.
Y lo decía a pesar de que era el único nieto.
Y lo decía sabiendo que mi madre –su única hija- no regresó de la estrella a la que hubo de partir. Y yo, que supe lo que cualquiera en mi situación habría sabido sobre la estrella donde habitan las madres que no han de volver, me comporté como ese favorito camino a ser el hombre de ala extendida que esperaban.
Vivo lejos.
Y lejos de ella.
La cuidan y la alimentan. Sus días transitan. Sé que comprende si no puedo regresar cuando cuestiones inverosímiles e imposibles me instalan justo en este lugar de todos y tantos lugares posibles.






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