31 de julio de 2016

LISTAS





Cada vez que alguien se le acercaba  iba registrando sus defectos en una lista minuciosa, serpenteante e irrefutable, y con esa lista logró aferrarse a las soledades.
Sin embargo.
En un lugar imposible, casi sin darse cuenta, conoció a la persona perfecta. Dejarse mirar en silencio, como había soñado. Cocinar tonterías, comer con las manos. Leer y leerse en voz alta. Caricias inexpertas. Caricias contenidas. Verano y desnudez en la noche de grillos. Helados a la vera del río. Anadear sin zapatos incluyendo veredas pares e impares. Y promesas de amor y de  gato compartido.
Sin embargo.
Cierto domingo de desayuno en la cama, al ver que se zambullía un cuchillo con resto de manteca en el frasco de mermelada, no logró acallar a la lista que emergía enresortada. Y en esa lista fue velozmente acopiando tanto detalle, tanta diferencia, tanta incompatibilidad como antes, como solía.
Dejó la nota en el espejo del baño. Me voy, decía. No es posible, decía después. Tal vez un día regrese, pero no sé. Te amé y sin embargo.




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